¿Hay deuda buena o mala?

Endeudarse por el automóvil que siempre hemos querido, solicitar el crédito hipotecario para adquirir la casa de nuestros sueños o pedir ese financiamiento que haga realidad el negocio que por mucho tiempo quisimos emprender, es una coyuntura con la que muchos mexicanos se han atravesado a lo largo de sus vidas.

Unos con la dicha de salir victoriosos al cumplir sus objetivos y otros viviendo la tormentosa pesadilla del endeudamiento por no haber actuado con responsabilidad o porque su situación económica cambió y se tornó imposible hacer frente a las deudas.

Definitivamente una de las decisiones más importantes en la vida, hablando de finanzas personales, es la de adquirir algún tipo de crédito. En México la mayoría de la población económicamente activa contrata algún crédito o financiamiento formal, sobretodo las mujeres, según indican las estadísticas más recientes.

Pero, ¿qué impulsa a los mexicanos a contratar estos servicios y productos financieros? Es preciso advertir que adquirir uno sin planificación previa puede costar muy caro.

Hacerse de un financiamiento, formal o informal, implica el absorber una deuda, teniendo en mente que tendremos que pagarla más adelante. Pero, ¿hay deuda buena y deuda mala?

Deudas buenas

Son todas aquellas que hacen crecer tu dinero, tu patrimonio. Una deuda buena es utilizar el financiamiento para arrancar o potenciar un negocio que genere ganancias en el futuro. Una deuda buena es aquella que refleja los beneficios a mayor plazo y duración. Por ejemplo, bienes duraderos como un refrigerador, una sala, cama, estufa; adquirir una casa y rentarla, pedir financiamiento para un carro y arrendarlo, etcétera.

En concreto, las deudas buenas se ocupan para bienes duraderos, que generen liquidez, que su pago no supere el 30% de los ingresos mensuales y que haga crecer el patrimonio. 

Deudas malas

Estas son las que no generan crecimiento del patrimonio o dinero, y al contrario, solo sirven para adquirir bienes y servicios que no necesitamos, se deprecian rápidamente y tienen corta duración. Por ejemplo, el calzado, ropa, despensa, comida, aplicaciones móviles, tarjetas de regalo, alcohol, cigarros, etcétera. Piénsalo bien, ¿quién quiere seguir pagando por algo que no necesitará en el futuro o que ocupará por muy poco tiempo?

Atención: Antes de endeudarse

Antes de adquirir una deuda (llámese tarjeta de crédito, préstamo personal, de nómina, hipoteca, etc.) es importante que nos preguntemos si en realidad la necesitamos, y sobretodo, si podremos pagarla.

Es ideal, antes de decirle que sí a un crédito, tener la certeza de que nuestra capacidad de pago es suficiente para hacerle frente. Es decir, la deuda deberá adecuarse a nuestra capacidad financiera. A continuación presentamos un ejercicio muy sencillo que puede ayudarnos a conocer la capacidad de pago que tenemos y así considerar qué tipo de crédito nos conviene adquirir.

A tus ingresos mensuales réstale tus gastos fijos (pago de deudas, ahorro, transporte, gasolina, despensa, gas, etcétera) y lo que resulte será tu capacidad de pago. Ejemplo: 

Ingresos=                                  10,000

Gasto fijo mensual=                    6,000     

Ahorro=                                       2,000

Capacidad de pago=                   2,000  

(Ingresos) – (Gasto fijo, Ahorro) = (Capacidad de pago)

10,000 – 8,000 = 2,000

Instituciones financieras nacionales e internacionales así como especialistas en la materia, recomiendan no destinar más del 30% de los ingresos mensuales al pago de deudas. Cuando la situación se ha tornado difícil y nos hemos retrasado en el pago de nuestras deudas, o de plano dejamos de pagarlas y no damos ni siquiera el mínimo, hay instituciones como las reparadoras de crédito que a través de un plan de ahorro.

Esta es una colaboración de CuraDeuda.

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